La tremenda Corte

Un 1 de Octubre de 1936, los jueces alemanes juraron en Berlín apegarse a la voluntad de un líder y no a la Ley

La historia, decía Marx, suele repetirse las más de las veces—cuando las lecciones generales que esta brinda no son debidamente aprendidas en su momento—ya como farsa o como tragedia.

A partir del 1 de Octubre del 2020 los mexicanos recibimos la noticia menos esperada, dado el presente panorama nacional, que no es sino desastroso.

En una votación con mayoría de 6 contra 4 (entre los que destacaron tristemente al menos tres magistrados con intereses económicos y personales que los vinculan directamente con el presidente de la República) la Suprema Corte de Justicia de la Nación aprobó uno de los últimos caprichos del mandatario como lo es someter a consulta ciudadana si se enjuicia o no a los expresidentes de México; capricho tan absurdo e innecesario que además nos costará nada menos que 8 mil millones de pesos—más caro incluso que el avión presidencial—que no serán destinados a brindarle quimioterapia a los niños con cáncer, ni para apoyo a las empresas ni para estimular la economía en plena crisis, como debería.

El problema que se suscita a partir de tal ocurrencia, que no queda sino como simple cortina de humo para ocultar los desastres ocasionados por el peor hombre posible—al frente del país—y en el peor momento, no es solo el que se consulte lo que por Ley debería ejecutarse sino las consecuencias que lo anterior conllevaría para el resto de los mexicanos; sentando un terrible antecedente en donde, invocando esto como jurisprudencia, un criminal confeso y culpable podrá invocar que su caso sea también sometido a una consulta igualmente demagógica para que se determine si será enjuiciado y encarcelado debidamente o no por  sus delitos.

Como simple ejercicio mental de todo lo que esto implica, aquí podrán imaginarse a cualquier narcotraficante local, tratante de blancas o incluso hijo de narcotraficante o cómplice de tratante de blancas, invocando este beneficio para escapar a la justicia en su región.

Un 1 de Octubre de 1936, los jueces alemanes juraron en Berlín apegarse a la voluntad de un líder y no a la Ley.  A partir de entonces, los juicios en la Alemania nazi ya no se resolvieron conforme a Derecho, sino a instrucciones.

Y en México, ahora vemos claramente que la misma historia—como farsa y tragedia—se repite.

Twitter: @sada_enrique

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