Los políticos no llevan bien las críticas, les generan urticaria. Presidentes, gobernadores, funcionarios de todos los sexenios han cojeado del mismo pie.
“Ni crean que me van a tumbar con críticas de los periódicos; al revés, voy a luchar frontalmente por mi país”, fueron palabras de Vicente Fox. “A fuerza de puras malas, malas, malas, malas, malas, malas (noticias) también estamos haciendo un efecto de demolición del ánimo nacional”, señaló en su momento Felipe Calderón. Enrique Peña Nieto no se quedó atrás: “no hay chile que les embone. Si no los agarramos, porque no los agarramos; si los agarramos, porque los agarramos”. Siempre quejándose de los medios y su cobertura.
Llegó Andrés Manuel López Obrador y les dijo: “quítate que ahí te voy”. Desde que inició su mandato se ha victimizado señalando que nunca antes ningún presidente había sido tan atacado. Todos los días menciona a un medio o periodista adversario e incluso ha llegado a esgrimir la amenaza: “si se pasan, ya saben lo que sucede”.
El problema del odio jarocho del tabasqueño hacia los medios que no le aplauden es su capacidad contagiosa. La que ha seguido su ejemplo casi al pie de la letra es la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum a quien se le ha ido adelgazando la piel cada vez más, hasta volverse de cristal y ser intolerante a las críticas.
Reporteros de la fuente y editores de redacciones dan cuenta de cómo “el equipo” de la doctora Sheinbaum opera cuando una nota, una cabeza o una pregunta en sus conferencias no es adecuada. Esto se está volviendo cada vez más contraproducente porque ha ido generando un creciente rechazo entre los periodistas.
Además, no hay “equipo” que pueda control sus pifias de comunicación, como cuando decidió guardar los resultados del tercer informe sobre la Línea 12, para después ser obligada por “periodicazos” (o al menos el del País) a liberarlo.
Si algún político o equipo de comunicación piensa que es buscando controlar a los medios como se cuida una imagen, está muy equivocado. Tarde o temprano, esa tiranía se cobra y de esos hay muchos casos mexicanos.
