Un tren de montaje al pasado

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En 1898 la Secretaría de Comunicaciones publicó las bases del Ferrocarril de Tehuantepec para los Puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos en busca del mejor medio comercial de transporte interoceánico que conectando el Golfo de México con el Pacífico, rivalizara con el recién inaugurado Canal de Panamá en aquel entonces.

Para el 23 de enero de 1907, el Presidente Porfirio Díaz inauguró el puerto y el ferrocarril, abriendo la Estación en Salina Cruz y puso sellos fiscales al primer cargamento del buque Arizonian, como símbolo de la apertura comercial en el Istmo de Tehuantepec.

Las primeras cargas que atravesaron fueron 11,500 toneladas de azúcar de Hawái con destino a Filadelfia y 7,000 toneladas de mercancías en el vapor Lewis Lucckenbach, que arribó en Coatzacoalcos de Nueva York, con destino a San Francisco, Seattle y Honolulú.

A manera de broma, esto lo que ahora el presidente ha vendido como si se tratara de algo nuevo; con maquinarias de diésel del siglo pasado, seguido por los vagones que realizan el mismo recorrido comercial desde hace más de 116 años.

Lo mismo sucede con el Tren Maya, otro embuste prexistente suspendido por incosteable. Anunciado en Octubre del 2004 de la revista Playboy junto a la despampanante Margarita Gralia, el Expreso Maya ofrecía lo mismo que López como “innovador”. La diferencia es que este refrito se realizó entre protestas de los campesinos engañados por el presidente y Fonatur—como muestra en video una pasajera—con tramos inconclusos, sin conexión y con fachadas simulando restaurantes y negocios.

No hay que olvidar que los señores feudales de la “Revolución triunfante” hicieron lo mismo que López. Obregón y Calles se convirtieron en terratenientes agricultores en sus terruños, Cárdenas—violando la Constitución que prohibía más de 150 hectáreas por persona—inició la costumbre de los prestanombres como acto de corrupción para adueñarse de costas en Michoacán y Guerrero, Alemán se hizo dueño virtual de Acapulco y Echeverría inició su emporio turístico-comercial en las desoladas playas de Cancún.

La diferencia es que estos actos no fueron a costa del presupuesto y terminaron siendo fuentes de empleo detonantes de desarrollo económico nacional a diferencia de estos negocios del actual presidente que solo lo benefician a él y a su familia—conectando con su rancho, con el hotel de su prima Felipa y con las hectáreas de Nico, su chofer—y que como “elefantes blancos” sangrarán al erario a costa de la Salud Pública, la Seguridad, la destrucción de patrimonio arqueológico y de la selva, en perjuicio de todos los mexicanos.

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