En Belén, la ciudad bíblica donde se dice que nació Jesús, las festividades navideñas se vieron drásticamente afectadas este año debido a la guerra entre Israel y Hamás.
El domingo, la plaza del Pesebre, que normalmente rebosa de vida y celebración, se encontraba desolada y sin las tradicionales luces y adornos navideños. La ausencia de turistas extranjeros, usualmente una constante durante esta época, ha dejado un vacío notable en la ciudad, con tiendas de regalos abriendo tarde y muy pocos visitantes.
El fraile John Vinh, un monje franciscano de Vietnam residente en Jerusalén, reflejó el sentimiento general de tristeza y desolación. Vinh, acostumbrado a visitar Belén en Navidad, encontró un ambiente sombrío este año, especialmente al observar un nacimiento en la plaza del pesebre, rodeado de alambre de espino y sin la habitual alegría lumínica.
La tragedia de los combates en Gaza, que han cobrado la vida de muchos niños, se hacía sentir incluso en este lugar de celebración tradicional.
Los negocios locales también han sufrido severamente debido a esta situación. Ala’a Salameh, propietario del restaurante Afteem, describió cómo la víspera de Navidad, normalmente su día más concurrido, se ha visto reducida a una fracción de su actividad normal.
El turismo, que representa alrededor del 70% de los ingresos de Belén, ha disminuido drásticamente, con hoteles cerrados y miles de personas sin empleo.
La cancelación de las festividades navideñas en Belén es un reflejo de la situación más amplia en la región. La guerra en Gaza ha causado un gran número de víctimas y desplazamientos, afectando también la vida en Cisjordania.
El conflicto ha limitado el acceso a Belén y otras poblaciones palestinas, con restricciones de movimiento que afectan a los residentes y trabajadores.
En este contexto, la celebración de la Navidad se ha convertido en un acto más de reflexión y recuerdo de las dificultades actuales, en lugar de una ocasión de alegría y festividad.
Con información de AP
