Piñatas, una tradición colorida en México

María de Lourdes Ortiz Zacarías, de 49 años, continúa una tradición familiar de elaboración de piñatas en Amanda, Ohio. Desde niña, aprendió de su abuelo y su madre a crear estas artesanías, fundamentales en las celebraciones navideñas de México.

La piñata, una esfera de cartón decorada con coloridos papeles, es tan esencial en estas festividades como el árbol de Navidad o los nacimientos. Tradicionalmente en forma de estrella de siete picos, las piñatas han evolucionado para adoptar diversas formas, desde personajes de dibujos animados hasta figuras políticas.

Las piñatas están llenas de simbolismo: sus colores brillantes representan placeres superfluos, y los siete picos simbolizan los siete pecados capitales. Son destruidos con la ayuda de un palo durante las “posadas”, celebraciones populares que tienen lugar los nueve días antes de la Nochebuena y que recrean la búsqueda de refugio de José y María.

La tradición de las piñatas se mantiene viva gracias a artesanos como la familia de Ortiz Zacarías y la pasión de los mexicanos por sus costumbres.

En otros países latinoamericanos, las piñatas se asocian con fiestas infantiles o celebraciones de Año Nuevo, pero en México, su presencia es notable incluso en investigaciones sobre pueblos prehispánicos.

Según una publicación de la Universidad Autónoma del Estado de México, los indígenas tenían un juego ceremonial con vasijas de barro llenas de semillas de cacao, un precedente de la piñata actual. Walther Boelsterly, director del Museo de Arte Popular, señala que la piñata fue utilizada como herramienta de catequesis para convertir a los nativos de Mesoamérica al catolicismo.

La historia familiar de Ortiz Zacarías con las piñatas no se remonta a los orígenes de esta tradición, pero las más de cuatro décadas dedicadas a su elaboración artesanal han hecho que su abuela sea conocida como la “reina de las piñatas”.

Hoy, la fabricación de piñatas proporciona sustento a cuatro familias y es una actividad que se realiza durante todo el año.

Romana Zacarías Camacho, la matriarca fallecida de la familia, encontró en este oficio un medio de subsistencia para su familia. Su nieto, Jairo Alberto Hernández Ortiz, está decidido a continuar con este valioso legado familiar.

Con información de AP

Dejar una comentario

Por favor ingresa tu comentario
Por favor introduce tu nombre aquí
Captcha verification failed!
CAPTCHA user score failed. Please contact us!