La culpa del INE

[responsivevoice_button voice=”Spanish Latin American Female” buttontext=”Escuchar”]

Creado ante el empuje de la sociedad democratizada en la década de los noventas y bajo el buen tutelaje de un hombre de quien no se esperaba nada, como José Woldenberg, el Instituto Federal Electoral—que ahora conocemos como el Instituto Nacional Electoral—hizo su debut como garante de la representación en un contexto histórico y social bastante singular.

Entre el colapso del Salinato, al cual siempre se cuestionó su origen espurio a partir de la caída del sistema, por obra de Manuel Bartlett durante el conteo de las elecciones de 1988 y las elecciones de 1994, la presidencia de Ernesto Zedillo tomaba las riendas en medio de serios problemas de gobernabilidad adquiridos y heredados. En medio de todo esto se le imponía la exigencia de elecciones libres desde la Comunidad Económica Europea, por parte del Delegado Bruno Delaye que impuso una cláusula democrática como condición para la firma del Tratado con la misma, así como la calidad de México como integrante de un Tratado de Libre Comercio—ese sí, exitoso—con Estados Unidos y Canadá en aquel entonces.

Desde entonces la funcionalidad del IFE como entidad autónoma se puso a prueba y resultó exitosa al validar las elecciones para Jefatura de Gobierno del Distrito Federal que ganó Cuauhtémoc Cárdenas como candidato opositor por el PRD en 1997 y las elecciones federales del año 2000 donde el triunfo de Vicente Fox puso fin al gobierno del partido hegemónico que regía desde 1929.

Durante sexenios posteriores sin embargo, el IFE no logró imponerse del todo para transparentar las finanzas de los partidos o garantizar que sus procesos internos fueran tan democráticos como los externos ni supo sancionar a tiempo a candidatos coludidos con el Crimen Organizado o que defraudaran con un falso Fideicomiso para Damnificados como los del terremoto del 2017, prohibiéndole contender electoralmente al candidato y al Partido responsable, que es el que hoy Gobierna y que consciente de su eficiencia democrática para las elecciones federales, ahora quiere acabar con dicha institución.

Ciertamente el INE no es perfecto, es perfectible.

Sin embargo, cuando todas las demás instituciones como el Ejército y la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya han sido degradadas y coptadas por el actual Régimen autoritario y corrupto, es la único Estamento que nos queda como garante y salvaguarda de la Democracia y el Orden Constitucional en México.

Twitter: @sada_enrique

Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento de Código Libre.

Dejar una comentario

Por favor ingresa tu comentario
Por favor introduce tu nombre aquí
Captcha verification failed!
CAPTCHA user score failed. Please contact us!