Retomando la historia o lo que pareciera el curso natural de la política mexicana desde el siglo XX, parece que si en algo podemos identificar una constante no es en cuanto a sus contados aciertos sino en sus vicios; vicios que parecieran endémicos por cuanto los vemos repetirse—cambiando nombre y rostro—como si se tratara de una especie de maldición o herencia; haciéndose presentes cuando menos deberían de esperarse.
Uno de los mayores símbolos de corrupción y nepotismo fue el hermano del ex presidente Carlos Salinas de Gortari: Raúl, que recibiera el sobrenombre de “el hermano incómodo” luego que Proceso publicó su recuento de tráfico de influencias, negocios ilícitos, y derroches, refiriendo como desde el gobierno de De la Madrid, Raúl fue Gerente general de Distribuidoras de Conasupo (Diconsa), donde tras el accidente nuclear de Chernobyl ordenó la compra de leche contaminada de una bodega a inmediaciones de la planta radiactiva, en 1986.
Recientemente, como repetición de lo peor del pasado, surge un nuevo hermano incómodo este sexenio en la persona de Pío López Obrador quien trascendió a la luz pública por recibir sobres amarillos con dinero ilícito para financiar campañas de su hermano.
El periodista Carlos Loret de Mola y Pío López, sostuvieron careo judicial debido a una demanda interpuesta por este último contra el comunicador a quien exigía desde lo absurdo 200 millones de pesos por “daño moral” tras ser expuesto recibiendo dinero del funcionario federal David León Romero.
Tras salir de audiencia en el Juzgado LXII, Loret fue entrevistado y refirió que el nuevo hermano incómodo: “No pudo desmentir un solo renglón de nuestro reportaje…Terminó aceptando que los videos son auténticos”, agregando un detalle revelador: “Me llamó la atención que, al final de audiencia, el señor David León expresó que el señor Pío López Obrador lo había amenazado, que le había dicho que se cuidara, que cuidara a su familia”.
Para nadie es secreto que en este Gobierno Federal que se va, el orgullo del nepotismo ha sido una constante que se repite; ya sea en los hijos mayores de López—evidenciados por tráfico de influencias y corrupción—o en la persona de Felipa Obrador, prima beneficiada con contratos multimillonarios de PEMEX.
No deja de ser chocante todo esto cuando proviene justamente de quienes durante décadas, presumiendo una “superioridad moral” que nunca tuvieron, repiten hasta el cansancio que no son como los anteriores cuando resultaron siendo peor que todos juntos.
