¿Traidores a la Patria?

“El patriotismo es el último refugio de un sinvergüenza”

Samuel Johnson

Tal como era previsible, la llamada “Ley Bartlett” por medio de la que el titular del Poder Ejecutivo proponía estatizar aún más en beneficio propio el ineficiente monopolio de la generación de energía eléctrica del país, prohibiendo la generación de energías limpias sin ningún beneficio, salvo el incremento en la tarifa de la luz, nació muerta.

Terminó siendo rechazada por una oposición que por vez primera logró unirse en defensa común de los intereses de los ciudadanos a quienes representan.

Tras los esfuerzos de la bancada de diputados serviles al presidente de la República por amagar a sus compañeros llegando hasta tratar de sobornar a algunos, la intentona fue rechazada pese a la retórica violenta y maniquea con que López pretendía escudarse para ello; esto es, tras un discurso patriotero y apócrifo que atribuye al presidente Adolfo López Mateos donde este festeja la nacionalización de la industria eléctrica contra “los intereses extranjeros”; mismo que el mandatario ha aprovechado para acusar  y hasta amenazar a los legisladores de oposición como “traidores a la Patria”.

Independiente de la falsedad de este documento no deja de ser gracioso que el presidente en su ignorancia habitual recurra siempre al mito para tratar de criminalizar a otros. Y en este caso recurre a la figura de otro López que se encargó de minar la autonomía universitaria en 1958—sentando las bases del descontento que estallaría trágicamente en 1968—y que como presidente trabajó servilmente para la CIA bajo las órdenes del agente Winston Scott y con el nombre clave de “Litensor”, como revelara Phillip Agee en Inside the Company, lo que sí califica como Traición a la Patria.

Y por lo que respecta a esto último: nadie mejor que el mismo López para ser tipificado por este delito tras haber subordinado al Ejército Mexicano ante un gobierno extranjero, con Donald Trump, para contener a migrantes bajo el programa “Quédate en México”—como este último confirmó recientemente—o al entregarle toda la industria automotriz mexicana y la agrícola tras la firma del T-MEC, también por miedo, lo cual atenta directamente en contra de los intereses del país.

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