Si algo demostró el siglo XX en su largo y retorcido devenir fue la experiencia viva de los peores regímenes totalitarios, entre los cuales el Comunismo—que terminó desbancando al Nacional-Socialismo en cuanto a brutalidad—se llevó la medalla de oro con cerca de 200 millones de muertos y más de cien años de fracasos.
En este mismo tenor, los que también se llevaron las medallas a la ignominia fueron sin duda los hermanos Fidel y Raúl Castro, quienes se hicieron del poder embaucando a su país con falsas promesas de libertad, dignidad y acceso a una mejor vida; mismas con las que terminaron sumiendo en el hambre y la infamia a varias generaciones de cubanos a los que esclavizaron bajo una tiranía tan hipócrita como oprobiosa, bajo la eterna excusa del “enemigo permanente”—los Estados Unidos—y la de un supuesto embargo (que les permitía tener relaciones comerciales con más de 90 países) para justificar de manera dual el enorme empobrecimiento de su población, solo proporcional al enriquecimiento ilícito y obsceno por parte de esta dinastía de archiduques revolucionarios cuya fortuna sobrepasa incluso a la de la Reina Isabel II de Inglaterra.
Justo hoy en un hecho sin precedentes, Luís Almagro como Secretario General de la Organización de Estados Americanos hizo un llamado a concluir con la revolución jinetera y parasitaria que devino en un Estado totalitario y corrupto según sus palabras, haciendo votos porque la tiranía termine finalmente en la isla, luego de los recientes levantamientos populares en varias provincias—como Camagüey—donde los líderes locales del Partido comunista han sido apresados por los ciudadanos en tanto los miembros de las fuerzas policiales se pasan al lado del pueblo en sus manifestaciones contra el régimen comunista.
Mientras tanto en México el Gobierno Federal guarda silencio ante lo que sucede en Cuba, aunque se supo que un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, sin dar a conocer su plan de vuelo, viajó de urgencia a la Habana. Solo hasta que se detectó su movimiento fue que la Cancillería alegó que llevaba a médicos y enfermeras de regreso a su país, aunque por el tipo de aeronave militar más pareciera que iba a recoger pasajeros: sin duda, algo con lo que el presidente patenta su complicidad con un régimen criminal con el cual se identifica en sus peores vicios.
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