Tal como era de esperarse, la violación de la autonomía a la única institución libre y creíble que aún queda en el país por parte del presidente López vino a generar depreciación del Peso en los mercados internacionales, y no es para menos.
Un país que carece de transparencia, Estado de Derecho e instituciones autónomas no ofrece garantía para los que busquen invertir ni para las empresas internacionales temerosas de sufrir expropiaciones, extorsiones y violencia directa, (como sucede en las repúblicas bananeras) ni para los ciudadanos que integrarían la planta laboral que se requiere para crear fuentes de empleo (algo que el Gobierno no genera).
Lo anterior viene a cuenta de una de las ocurrencias que el titular saliente del Ejecutivo tuvo en sus mañaneras, luego que el Embajador Ken Salazar—a quien por su cercanía con López apodaban despectivamente en Washington “el embajador de México en el Departamento de Estado”—criticó en conferencia de prensa al macuspano por poner en peligro la Democracia y la transparencia en el país con su “reforma judicial”. La ocurrencia fue decir que mantendría “en pausa las relaciones con Estados Unidos y Canadá”, para rematar que mantendría pausa “con sus embajadores, pero no con sus Gobiernos”.
En este mismo tenor, Raymundo Rivapalacio ha venido a subrayar que: “Es una señal importante que le estén empezando a doler las reacciones en los mercados internacionales a López Obrador, que lo que menos debe querer es entregar el mandato con una crisis económica detonada por él, con decisiones apoyadas en el poder metaconstitucional que le resta, como lo hicieron en el epílogo de sus gobiernos Luis Echeverría, que expropió tierras ganaderas en Sonora, en un conflicto que le costó el empleo -para restablecer la estabilidad, al gobernador Carlos Armando Biebrich- y devaluó en casi 100% el peso frente al dólar rompiendo 22 años de paridad fija, y José López Portillo que devaluó a meses de dejar el poder, decretó moratoria al pago de la deuda externa y nacionalizó la banca”.
Desafortunadamente para el país, nadie en el remedo de corte bufonesca que es el Gabinete se ha atrevido a anunciarle al hombre que tuvo 20 años para prepararse para gobernar dignamente—y que decidió invertir su tiempo en realizar oscuros viajes de campaña y comer tlayudas—que en Derecho Internacional las relaciones diplomáticas entre países no se pueden “poner en pausa” en primer lugar, porque o éstas se mantienen o se rompen definitivamente (algo que en el fondo él temería que sucediera por las consecuencias directas que sobre su persona desencadenaría esto, no por patriotismo); y segundo, que la persona de un Embajador hasta como Ministro Extraordinario y Plenipotenciario es tan directa e importante como si se tratara del presidente de Estados Unidos en persona, razón por la que un agravio tan irresponsable y de esta magnitud difícilmente podrá pasar por alto en corto y mediano plazo: si no por el propio Joseph Biden por quienes conforman su Administración lo mismo que por quienes integran el Establishment de la Unión Americana independientemente de quien gobierne; esto es, el Senado, la Cámara de Representantes, el Pentágono y la DEA.