La renuncia impresentable

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Conforme a la exigencia oficial del presidente de la República para trabajar en su Gobierno de “90% honradez y 10% capacidad”—que por desempeño propio y del resto del Gabinete resultan bastante dudosas—Tatiana Clouthier, hija del célebre luchador social y demócrata Manuel J. Clouthier, entró y salió de la Secretaría de Economía sin haber brindado resultados propios ni mucho menos sirviendo siquiera como muro de contención ante la opinión pública frente a los constantes desaciertos de quien fuera su jefe hasta la semana pasada.

Aunque se manejaba que la misma pretendía abandonar el barco desde finales del mes de julio, la negativa del titular del Ejecutivo Federal hacia su empleada fue denegada pese a los nulos resultados que la saliente titular pudo brindar durante una gestión en la que el país no solo dejó de crecer económicamente—cayendo bajo cero—incluso desde antes de la pandemia sino que, después de la misma, se encuentra en la peor inflación vista en los últimos 22 años, con un aumento de 4 millones de nuevos  pobres y un alza de precios en la canasta básica de hasta el 100% en algunos de los bienes de primera necesidad y mayor consumo.

La renuncia no pudo darse en el peor momento; esto es, cuando se avecina la tormenta con Estados Unidos por las violaciones al T-MEC con multimillonarias multas en contra de México. Y el relevo, si es que puede hablarse del mismo, no pudo ser peor que la enfermedad: la sustituye como ficha—o florero—nada menos que la que fuera Secretaria de Hacienda, Raquel Buenrostro: la responsable del desorden que condenó a pacientes a morir o empeorar su enfermedad  al no disponerles medicinas ni saber comprarlas y artífice nada menos que de la cantinflesca iniciativa de exigirle a los contribuyentes una Constancia de Situación Fiscal, que ella genera y cuya información dispone, para que se le entregue nuevamente.

Queda claro que a dos años que termine un sexenio que registra históricamente uno de los de mayores fracasos en materia económica, de seguridad y transparencia desde el Echeverriato y la “docena trágica”, se le acaban las cartas a este otro López: cubrir la Secretaría de Economía con quien estaba al frente del SAT no solo no es nada inteligente puesto que evidencia que ya no le queda nadie a quien recurrir más que el recorrer a su propia gente.

Twitter: @sada_enrique

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