El 11 de diciembre de 2006 el gobierno de Felipe Calderón apostó por usar a las Fuerzas Armadas para enfrentar a la delincuencia organizada en lo que llamó “La guerra” contra ellos, 15 años más tarde las Fuerzas armadas siguen ahí.
Hoy, más de 300 mil elementos de las FFAA, Marina y Guardia Nacional, casi 200 mil policías estatales, 125 mil policías municipales, 23 mil autodefensas, más los 700 mil guardias de seguridad privada están, de una manera u otra, todos los días combatiendo la violencia e inseguridad que no para en México.
Con más de 107 mil homicidios dolosos desde 2018, y una política de no confrontación con los grupos criminales, se ha terminado unilateralmente “La guerra” contra ellos. Esto ha llevado a que los delincuentes comunes y los grupos de crimen organizado llenen poco a poco los huecos que va dejando el Estado, incrementando sus actividades delictivas sin que se vea una estrategia a nivel nacional o estatal para fortalecer a las policías del país.
La solución de moda es aumentar la participación de oficiales y altos mandos de las FFAA en tareas de seguridad pública. Militares y marinos hoy ocupan puestos de mando en las corporaciones de diversos estados y municipios. Esta tendencia no es nueva, mandos castrenses en corporaciones seguridad han existido siempre con diversos resultados. Hay muy pocos ejemplos de éxito para poder presumir que tener a militares en esta función sea una solución y que con ello cambie los índices de inseguridad y combate a las actividades criminales en los lugares donde han estado.
Admito que desde hace muchos años es muy difícil y se antoja casi imposible lograr hacer una diferencia en seguridad para cualquier mando civil o militar, el deterioro de las condiciones sociales, el poco presupuesto para tareas de seguridad, la baja moral entre los elementos, la falta de apoyos hacia los elementos, una nula política de fortalecimiento comunitario y acercamiento a la sociedad, más el creciente poderío que tienen los grupos criminales hace difícil para cualquier mando policial generar cambios a corto plazo en esta materia.
¿Hay casos de éxito probado y contundente?
Si, La mayoría de ellos no tienen como mando a ningún militar o marino es estas corporaciones. A nivel estatal y municipal hay casos de éxito cuando gobiernos verdaderamente comprometidos con la sociedad apuestan e invierten recursos y apoyos para crear mejores policías que den mejores resultados. Proyectos que trascienden administraciones y generan compromisos y metas a largo plazo, donde se generan condiciones para reconstruir tejido social y fomentar la participación ciudadana en seguridad.
El querer apostar a tener mandos militares por su probada lealtad y compromiso con las instituciones sin dotarlos de los recursos y capacidades para que logren su tarea es apostar a lo fácil, a la solución a corto plazo, a desatenderse como político de la seguridad pública y dejar a estos mandos con todo el peso de una misión muy difícil de lograr, mandos que estarán ahí dando todo para triunfar, pero con pocas posibilidades de éxito.
Eximiendo al político de cualquier culpa por este fracaso.
Solo con voluntad política, visión a largo plazo, inversión de recursos, fortalecimiento de las instituciones y participación de la sociedad civil se puede ganar esta “guerra” sin importar quién esté al mando.
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