Marcadas por un alud de descontento social generado por los desatinos del presidente y sus actitudes personales, con la impunidad y el dolor latentes tras la tragedia del metro en la Línea 12 y 93 candidatos de oposición asesinados en campaña, las elecciones federales de este año se caracterizaron como nunca se había visto otras en sexenios anteriores: como un freno al autoritarismo, la corrupción y los abusos del titular del Ejecutivo.
También fueron un llamado de atención para la ciudadanía que, no obstante no haber logrado rebasar el alto nivel de abstencionismo—contrario a los pronósticos que preveían lo más cercano posible a un 60% de participación del electorado—se manifestó en las urnas contra los estragos que ha hecho la demagogia populista luego de 3 años de poder absoluto que solo se han traducido en desempleo y caída de menos 18% en la economía (antes de la pandemia); en inflación disparada gracias a los aumentos en gasolina y en el salario mínimo (para aumentar cuotas gubernamentales, en vez de aumentar el poder adquisitivo del salario en sí); en más de 600, 000 muertos por Covid debido al irresponsable manejo de la pandemia por parte del Gobierno Federal, con el doble de inseguridad y muertes que en los sexenios de Calderón y Peña Nieto juntos; y con cerca del 35% del país en manos del crimen organizado, según informes del Departamento de Estado en Washington.
El repudio se tradujo en nada menos que más de la mitad de las alcaldías y diputaciones para la oposición en lo que es la Jefatura de la Ciudad de México—baluarte morenista en el país—donde un Gabriel Quadri venció a Pablo Gómez en Coyoacán, donde Ramírez Cuéllar—ex novio de la no primera dama—perdió Tlalpan ante la actriz Rocío Banquells, el actor Sergio Mayer fue sepultado en la Magdalena Contreras y hasta Margarita Zavala ganó en delegación Miguel Hidalgo.
En Torreón, Coahuila; como comedia tartufesca donde MORENA intentó imponer con todo el dinero posible a un ex panista con pésima imagen para alcalde y a un bufón como Antonio Attolini para diputado por el Distrito 5, el PRI se llevó carro completo desbancando incluso al PAN—que ahí gobernaba—a un vergonzoso tercer puesto, tras señalamientos de corrupción y nepotismo al alcalde con licencia, (también derrotado como candidato para el mismo distrito) sentando un precedente histórico en la región.
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