Rusia trata de colocar la vacuna Sputnik V contra el coronavirus en Brasil desde hace meses y tropezó siempre con obstáculos legales, regulatorios y tal vez diplomáticos.
Sin embargo, eso cambió cuando Brasil quedó rezagado en la batalla por conseguir vacunas. Estados Unidos no ayudó mucho. La Sputnik parecía tan buena como las demás. Entonces, el gobierno central y nueve estados del noreste firmaron dos acuerdos con Rusia por un total de 47 millones de dosis. Las autoridades regulatorias ya analizan la vacuna.
Al menos nueve países de América Latina han adquirido la Sputnik, lo que refleja una significativa incursión en una región que Estados Unidos considera su área de influencia y en la que trató de evitar que Brasil comprase vacunas rusas. Latinoamérica también está adquiriendo muchas vacunas chinas.
Esto causa alarma en los círculos diplomáticos estadounidenses, aunque resta por verse si el acercamiento en torno a las vacunas se extiende a otros sectores.
Tom Shannon, exsubsecretario de estado norteamericano que estuvo asignado varias veces en la región, dijo a la Associated Press que Estados Unidos dejó escapar una buena oportunidad de estrechar lazos con los gobiernos latinoamericanos durante la pandemia, con excepción de un plan anunciado hace poco por el gobierno de Joe Biden para suministrar vacunas excedentes a México.
“Para el Kremlin, el COVID fue un regalo caído del cielo”, dijo Shannon.
Con información de AP