Hace meses que, a pesar de las incomodidades nos hicimos a la idea de que no podíamos dar un paso más allá de la puerta de la casa sin mascarillas o cubrebocas para protegernos y proteger del nuevo coronavirus.
A pesar de que sabemos que es un escudo protector deseamos ya quitárnosla, y el inicio de la vacunación parece ser una esperanza para ello.
Sin embargo, no podemos ir tan rápido: Las mascarilla o cubreboca deberá acompañarnos durante mucho tiempo más.
Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP) advierte que hay varias razones para no prescindir de los cubrebocas.
Primera: La vacuna de BioNTech y Pfizer requiere dos dosis, las cuales deben proporcionarse con 21 días de diferencia. “Entre una y otra aún tenemos riesgo de adquirir la infección”, explica Ruth Figueroa, portavoz del grupo de vacunas de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. Además, el efecto no es inmediato.
“La vacuna tiene que trabajar, como el resto de vacunas que conocemos, y eso lleva un tiempo”, recuerda. Se calcula que deben pasar siete días desde la segunda dosis para que sea efectiva. En total, desde la primera puesta, pasa un mes en el que seguimos desprotegidos.
Segunda: Aunque el porcentaje de efectividad de la vacuna sea alto, no alcanza el cien por ciento y no podemos saber si seremos parte del cinco por ciento que no queda protegido.
Tercera: La vacunación será históricamente el proceso masivo más grande del mundo. Por tanto, no se puede vacunar a tantos millones de personas al mismo tiempo por lo que será paulatino y aún faltan meses para que la mayoría pueda tener acceso a la posibilidad de protección. Y mientras haya personas no vacunadas, hay riesgo de que el virus siga moviéndose libremente. Tampoco se sabe si los vacunados podrán contagiar en caso de que entren en contacto con el virus.
En un tiempo récord (menos de un año), hemos sido capaces de desarrollar las tres fases clínicas de una vacuna, aprobarla y empezar a administrarla. Algo que esperanza a los expertos, que no ven como una utopía la llegada de las versiones orales y nasales. “No hay que irse al futuro, ya existe alguna de administración intranasal. Por ejemplo, para la gripe. Y a lo largo de este año ha habido algún proyecto de desarrollo de vacuna de este tipo para el SARS-CoV-2”, afirma Pérez García-Estañ.
En cualquier caso, despojarse de la mascarilla tampoco sería inmediato. “No podemos confiar en la inmunidad de rebaño, ya que no sabemos aún cuánto tiempo durará la inmunidad proporcionada por la vacuna, o si el virus irá mutando [algo que ya ha hecho: hace tan solo unos días, el Reino Unido notificaba una nueva cepa aún más contagiosa] y tendremos que vacunarnos cada año, como ocurre con la gripe.
Por ello no, aún no es tiempo de dejar el cubrebocas o mascarilla.
Con información de El País
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