El mes pasado el Vaticano anunció que la pandemia del coronavirus había obligado al Papa Francisco a posponer una campaña anual de recaudación de fondos.
La postergación del “Óbolo de San Pedro” ha ocurrido en un momento en el que están mermados los ingresos del Vaticano, especialmente los provenientes de los museos.
Los administradores del Vaticano sostuvieron una reunión a fines de marzo, en la que ordenaron congelar ascensos y contrataciones, además de prohibir otros gastos.
El “Óbolo de San Pedro”, que recauda un total estimado de entre 50 000 millones y 65 000 millones de dólares cada año, busca ayudar a las actividades del Sumo Pontífice como líder los 1 300 millones de católicos del mundo y apoyar proyectos de caridad.
Por más de 30 años la Santa Sede ha tenido que recurrir a esos fondos para mantener funcionando sus operaciones regulares y cubrir sus déficits presupuestarios.
La pandemia ha desacelerado drásticamente el flujo de fondos de los museos del Vaticano, que recibieron unos 7 millones de visitantes el año pasado y generan un total estimado de 100 millones de dólares al año.
Se teme que las medidas de seguridad, requisitos de distanciamiento social, nuevas normas sanitarias y una esperada ausencia de turistas internacionales socave las ventas de entradas y ‘souvenirs’ durante años.
“Ciertamente tenemos por delante años difíciles”, dijo este miércoles el padre Juan Antonio Guerrero, nuevo Prefecto de la Secretaría para la Economía de la Santa Sede.
Estimó que los ingresos de la Santa Sede caerán entre un 25% y 45% debido al coronavirus, dependiendo de cómo funcionen las medidas de reducción de costos.