Entre los millones de tailandeses que se quedaron sin empleo por el COVID-19 se encuentran los elefantes, que dependen del turismo para costear su cuidado y alimentación.
Ante la escasez de visitantes extranjeros, los campamentos comerciales y santuarios de elefantes carecen de fondos para su mantenimiento y han enviado un centenar de sus animales de regreso a su hábitat.
La fundación Salvar al Elefante, en la provincia norteña de Chiang Mai, ha promovido el regreso de los elefantes a sus hogares.
Desde el mes pasado, los elefantes han marchado desde Chiang Mai hasta su lugar de nacimiento en Mae Chaem.
‘Salvar al Elefante‘ recauda fondos para alimentar a los paquidermos en los parques turísticos, pero cree que también conviene devolverlos a sus hogares, donde pueden ser autosuficientes.
La organización World Animal Protection, con sede en Londres, dice que unos 2 000 elefantes domesticados corren riesgo de morir de hambre porque sus dueños no tienen medios para alimentarlos.