Libros de texto (y pretextos)

Un telefonista, una tallerista, un encargado de viveros, tres burócratas sin título y un exfuncionario chavista, entran a la Secretaría de Educación Pública… juntos.

Aunque lo anterior pareciera la antesala de un chiste o el elenco de un bodrio televisivo, en realidad se trata del equipo de “expertos”—con bachillerato trunco y sin licenciatura la mayoría—que coordinaron el contenido de los nuevos libros de texto donde parece que el Presidente quiere los niños tengan menos Ciencia y más adoctrinamiento politiquero.

Cabe señalar que el contenido se realizó sin la supervisión de padres de familia ni maestros, conforme marca la Ley, por lo que una jueza ordenó a la SEP someter los libros a revisión de contenido y rediseño; orden que la dependencia federal ignoró por completo.

Aunque la titular de la Secretaría de Educación Pública ha pretextado que no hay oposición por el contenido sino contra la “Cuarta Transformación”, cabe subrayar que la responsabilidad directa de este nuevo fracaso corresponde a Sady Arturo Loaiza Escalona: venezolano y ex funcionario de la Tiranía comunista de Nicolás Maduro en Venezuela.

De no ser por el costo a los contribuyentes, los libros no pasarían de ser una broma por su contenido surrealista. Sin embargo, los padres de familia y maestros advierten en ellos una severa tendencia a la hipersexualización  de los niños a quienes se les impone, entre otras cosas, como dinámica realizar maquetas plásticas de los órganos reproductivos masculino y femenino donde se simule incluso la eyaculación en el caso del primero, en lo que pareciera un afán muy vivo para preparar a los niños al estilo de las sectas depredadoras como La luz del Mundo y NXIVM, vinculadas con quienes integran la actual Administración Federal.

Entre las aberraciones que sobreabundan en estos libros se eliminan las Matemáticas para incluir falsedades históricas, como el invento de fraude en la Elección del 2006, y hasta apología del crimen al incluir que la precandidata Claudia Sheinbaum, responsable de la muerte de niños del Colegio Rébsamen, se disculpó años después; como si con ello se resarciera el mal y justificara su responsabilidad delictuosa, situación que volvería a repetirse con las víctimas de la Línea 12 y 3 del Metro.

Si bien el Presidente trató de aprovecharse de la polémica, queda claro que nunca imaginó el descontento que provocaría entre los padres de familia y en una sociedad hastiada de violencia, corrupción, ineptitud y la orfandad de resultados por parte de este Gobierno.

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