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Terminó en Washington, D.C., la reunión de alto nivel en materia de seguridad entre México y sus contrapartes de los Estados Unidos; con muy altas expectativas, por el alto nivel de ambas delegaciones, esperábamos acuerdos o resultados sobre esta nueva forma de ver la cooperación de seguridad entre ambos países.
El Entendimiento Bicentenario se anuncia como la sustitución necesaria de la difunta Iniciativa Mérida, iniciativa que respondía más a los intereses norteamericanos a cambio de apoyos económicos, equipamiento y capacitación a los organismos de seguridad mexicanos.
La nueva cooperación binacional se plantea con las preocupaciones nacionales en relación al tráfico de armas hacia México y la regulación de los agentes norteamericanos que operan en nuestro territorio del lado americano; migración, trafico de drogas, seguridad en fronteras son sus puntos de interés.
Sin embargo, la Casa Blanca en su reciente estrategia de seguridad nacional no hace mención alguna sobre México o la cooperación entre ambos países. No estamos en el radar global de esta súper potencia.
El desencanto de nuestros vecinos con la “estrategia de seguridad” que lleva a cabo este gobierno lo manifestó Antony Blinken, jefe del Departamento de Estado, al declarar la falta de resultados ante el tráfico de fentanilo, migración y armas.
En la práctica, los americanos saben que nuestras fuerzas armadas y Guardia Nacional, encargadas por esta administración de la seguridad de todo el país están sobrecargadas de tareas externas a su función natural y cuentan con un mínimo presupuesto para operar eficientemente en materia de seguridad. Por esto, se han decidido a concentrar los esfuerzos conjuntos en su principal preocupación hoy.
Con las elecciones cercanas, el presidente Biden ha puesto el énfasis en el control de la migración desde México, tema prioritario de la agenda Republicana para esta elección. Pasada la elección y dependiendo de quiénes resulten ganadores veremos si la presión por ver resultados en el Entendimiento Bicentenario, cambia o deciden que siga igual.
El control de la frontera, los cárteles de droga, el tráfico de armas y el flujo de migrantes se ha politizado a niveles nunca antes vistos.
El gobernador de Texas demanda que se considere a los grupos criminales mexicanos como organizaciones terroristas y continua con su operación Lone Star de caza de inmigrantes. El gobierno de Zacatecas firma y después desfirma un acuerdo ilegal de seguridad con agencias de seguridad norteamericanas; el embajador Ken Salazar en el anuncio. México no logra que se admitiera en la corte de Boston, la histórica demanda contra los fabricantes de armas como responsables de parte de la violencia que vivimos. Ahora busca responsabilizar a las tiendas que venden estas armas legalmente en Arizona.
¡Inédito ver a un país demandando a pequeños comercios locales!
Demanda que, de prosperar, llevará a la quiebra sólo por gastos legales a estas tiendas y que sentaría un peligroso precedente para otros países, y por último Sedena sufre un ataque cibernético de consecuencias todavía no calculables por el monto de información que contiene.
Son tiempos políticos en los Estados Unidos y mucho de lo que vemos hoy se debe contextualizar dentro de este escenario.
México es históricamente un aliado comercial y estratégico para los Estados Unidos, todo lo que pasa aquí en materia de seguridad les afecta de alguna manera, necesitan que el Entendimiento Bicentenario sea exitoso para ambos países más allá de esta coyuntura electoral.
