La Estrategia: ¿Quién protege al Presidente?

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La seguridad del Presidente de la República debe ser un asunto de Seguridad Nacional.

Los recientes atentados con armas de fuego contra expresidentes de Argentina, Japón y el entonces candidato Jair Bolsonaro con un cuchillo hacen obligatorio el pensar en la seguridad de López Obrador, quien en estos cuatro años de gobierno se ha caracterizado por el aparentemente limitado equipo de seguridad que le acompaña en sus desplazamientos por tierra y en cada uno de sus actos públicos.

La seguridad de un Jefe de Estado no es un asunto menor y los organismos encargados de protegerlos sufren con la constante pelea entre mantener a su protegido aislado y seguro, contra la necesidad, y algunas veces necedad del político, de acercarse al ciudadano para estar en contacto con él.

Para lograr proteger a los presidentes se los mueve en vehículos blindados, aviones exclusivos para ellos y su comitiva, se revisan previamente los lugares que van a visitar, se marcan entradas y salidas específicas y se generan varios círculos de seguridad a su alrededor. De esta manera se puede controlar que las personas que se aproximan al mandatario no tengan armas u objetos que puedan usar en su contra. El reto es hacer esta protección casi invisible para dar la apariencia de cercanía con los ciudadanos.

Pocos mandatarios se mueven con aparatos de seguridad más obvios y complejos como los de Estados Unidos, Rusia, China y Corea del Norte. Estos países no toman ningún riesgo en materia de protección y aíslan completamente a sus dignatarios; para ellos, la seguridad supera la política e incluso estas medidas son usadas como una manifestación del poder de su país

México hasta el 2018 contaba con un organismo que, entre muchas otras cosas, se encargaba de proteger al Presidente, el Estado Mayor Presidencial (EMP). Desde su fundación en 1926, la misión del EMP fue salvaguardar la seguridad del Ejecutivo, su familia y miembros del gabinete. Era una organización con un alto nivel de profesionalismo y especialización. Sus elementos venían de todas las áreas de seguridad del país, Semar, Sedena, PF, entre otras.

Al tomar posesión AMLO disuelve esta organización y decide que “en adelante lo cuidaría el pueblo”

Hoy, la seguridad del Presidente está a cargo de su ayudantía que es un pequeño grupo de civiles que hacen malabares para “protegerlo”.

Este grupo en cada gira depende de los apoyos de las comandancias militares o presidentes municipales, quienes deben apoyar con lo que tienen o pueden cada vez que llega López Obrador.

Se usan vehículos blindados prestados sin conocer sus condiciones mecánicas o de mantenimiento, ambulancias que tal vez no están equipadas; dependen de civiles voluntarios e improvisados para hacer y controlar las vallas, y no hay un control sobre las personas que se aproximan a él.

La idea es ser diferentes y estar más cerca del pueblo, sin entender los riesgos a los que se expone haciendo esto

El Presidente de la República, por la naturaleza de su cargo, está expuesto a múltiples amenazas que ponen en peligro su vida, por ello, debe ser un asunto de Seguridad Nacional el protegerlo contra ellas le guste o no.

Como país no podemos arriesgar a perder al Presidente.

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