Un presidente por encima de la Ley

Luego que el presidente de la República, en vez de proceder por los conductos institucionales, publicó una queja a la Suprema Corte de Justicia contra el juez que suspendió su pretendida reforma energética por inconstitucional, este martes se dio a conocer que el juez Rodrigo de la Peza López Figueroa, titular del Juzgado Primero de Distrito en materia Administrativa, especializado en competencia Económica, Radiodifusión y Telecomunicaciones, concedió dos suspensiones más contra la reforma energética de López, con lo que acumuló 11 demandas de amparo

La supuesta reforma que ha generado rechazo entre inversionistas, ciudadanos y opositores atentaría contra la libre competencia, violando tratados internacionales, y brindando a CFE como monopolio estatista la posibilidad de despachar primero la electricidad al sistema; además de eximir a la paraestatal de comprar energía a través de subastas y revocar permisos de autoabasto, atentando contra el consumidor y contra el uso de energías limpias.

En un Gobierno centralizador donde más del 75% de las compras o adquisiciones se han hecho violando la ley, sin licitaciones (favoreciendo a amigos y familiares del Ejecutivo) llama la atención el supuesto desconocimiento en cuanto a lo inconstitucional de su iniciativa.

Sabiendo que no tiene mayoría calificada en el Senado para modificar la Constitución, como amagó hacerlo, no se explica la necedad de entrar en conflicto con la autonomía del Poder Judicial,  de no ser acaso porque lo anterior se presenta—a sabiendas de su inviabilidad—como elemento distractor de la atención pública ante un sinnúmero de problemas que el presidente no ha querido atender como los 1,200 millones de pesos en vacunas para el COVID que nunca compró, con el narco controlando más del un 35% del país, desabasto a los medicamentos contra el cáncer, nulo crecimiento económico, incremento a la inflación en más de un 4% debido al incremento sistemático de la gasolina este año y la caída de más de 18% del PIB antes de la pandemia.

Nuevamente, aún ante sus acólitos y feligreses más reacios a aceptar la realidad, el presidente se sigue quitando la máscara democrática que en buena medida usó para ganar hace dos años y muestra su rostro tal como es: emulando lo que tanto criticaba como candidato en todos los gobernantes anteriores, remitiéndonos a lo más rancio del Maximato y del cardenismo—como prolongación natural callismo—o incluso peor; al mismo estilo personal del Echeverrismo.



Twitter: @sada_enrique

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