Al rescate de Sor Juana

Como bien señalara el doctor Alejandro Soriano Valles, sin duda el único académico especialista en la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz, a lo largo de los siglos XX y XXI se han querido brindar una serie de múltiples interpretaciones distorsionadas sobre la personalidad y los escritos de nuestra “Décima musa”; desde uno de sus poemas más conocidos, el poema Primero sueño hasta los motivos sinceros de su vocación monacal y científica.

Por lo general, quienes incurren en las trampas de esta distorsión—fuera de contexto histórico, o contaminados por prejuicios jacobinos y un desconocimiento sobre esta etapa fascinante de nuestro pasado en común como mexicanos—suelen hacerlo con buena o mala fe, pero recurriendo a filosofías y teologías muy ajenas a lo que fuera el medio cultural de nuestra máxima poetisa.

En efecto, la falta de estima y el desconocimiento del pensamiento aristotélico-tomista propio de la época, el mismo en el que se sustenta la civilización cristiana occidental, ha favorecido lecturas deficientes y anacrónicas respecto a la misma, que es lo que sucede justamente ahora bajo el actual gobierno federal que en tanto repite el mito que pone en tela de juicio la sincera vocación religiosa de Sor Juana, llegó a emitir un timbre postal que celebra la toma de sus votos religiosos.

En vista de lo anterior, es tan urgente como necesario el recuperar la lectura escolástica, libre de la contaminación de todo dogmatismo ideológico o superchería política para alcanzar a comprender tanto su vida como su obra tal como es en realidad.

Quienes pretenden una separación entre la persona de Juana de Asbaje y la Sor Juana histórica por lo tanto, no solo ignoran la congruencia y el valor humanista y espiritual de la religiosa: también atentan contra la historia académica y contra el honor de quien como mujer de su tiempo—a la misma altura que Góngora, Quevedo, Sigüenza o el mismo San Juan de la Cruz—y conocida en vida también con el sobrenombre de “El fénix americano”, lejos de ser cuestionada, minusvalorada o perseguida—como vendía la historiografía oficial y sus corifeos a sueldo—era tenida como un orgullo por eclesiásticos y autoridades civiles que, deslumbrados por el fulgor de sus luces y ciencia también eran conmovidos por la caridad y el espíritu de sacrificio cristiano, en grado heroico, que la misma desplegó en innumerables ocasiones en favor de los más necesitados.

Twitter: @sada_enrique

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