En España, la “nueva normalidad” no duró ni siquiera dos meses. Las restricciones que se levantaron el 21 de junio regresaron poco a poco en unos y otros territorios españoles durante julio.
Para el 18 de agosto, toda España vivía en un endurecimiento de las limitaciones, que cada vez hacía pensar más en el confinamiento domiciliario como la posibilidad real.
Es la historia de una fracaso, documenta el periodista Pablo Linde en El País.
España sólo consiguió alejarse de las peores estadísticas en Europa en la incidencia de la pandemia de Covid-19 entre las últimas semanas de la primavera y las primeras del verano.
¿Qué sucedió?
Los expertos apuntan al plan de desescalada, que consistía en un levantamiento asimétrico de las medidas restrictivas que avanzaría según las comunidades redujeran la incidencia de casos.
Sin embargo, hubo dos problemas, considera, Sanidad prefirió no cuantificar cuál debía ser esa incidencia ni esas garantías de suficiente capacidad hospitalaria.
Así, muchas comunidades avanzaron de fase cuando no debían. El caso más claro fue Madrid que llegó a la fase dos prometiendo unas capacidades de vigilancia epidemiológica que nunca cumplió.
En su opinión, para llegar a ese momento de restricciones laxas que se dio en llamar nueva normalidad se requerían condiciones que, a su juicio, no se cumplieron.
Por ello, Porta cree que el fracaso de la nueva normalidad se remonta a antes incluso de la epidemia.
Conductas temerarias y poca acción de contención
Tampoco existe el suficiente número de rastreadores y la capacidad de la atención primaria, el dique de contención de la segunda ola, está muy por debajo del promedio europeo.
Todo esto, junto al comportamiento de los ciudadanos y algunas empresas que no pusieron el suficiente ahínco en proteger a sus trabajadores. El empecinamiento por no renunciar al ocio nocturno y, según señalan algunos expertos, un cierto componente de aleatoriedad, han sumado un cóctel que está dejando una tremenda resaca en forma de restricciones y nuevos confinamientos.
Mientras el virus esté con nosotros, agrega Ares, deberíamos tener claras tres cosas:
- Asistencia primaria reforzada a tope todo el tiempo
- Rastreadores, con casos o sin ellos, los que se recomiendan
- La población debería vivir con las reglas de cierto distanciamiento hasta que esto pase: evitar encuentros en interiores y siempre que sucedan con mascarilla, además de las normas de higiene
En esta misma línea se manifiesta Daniel López Acuña, que fue director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS):
De aquí a que llegue la vacuna, es posible que haya que olvidar aquel concepto efímero de nueva normalidad. Quedan meses por delante de batalla contra el virus, incluso una posible tercera ola, advierten los especialistas.
En definitiva, aprender de los errores, algo que no siempre se ha dado bien en esta pandemia.
Reseña del artículo de Pablo Linde en El País