La madrugada del lunes 12 de febrero, Baja California experimentó una serie de enjambres sísmicos que llevaron a la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda a anunciar la suspensión de clases en el municipio de Mexicali como medida preventiva.
Los sismos, registrados por el Servicio Geológico de Estados Unidos y el Servicio Sismológico Nacional (SSN) de México, tuvieron magnitudes que oscilaron entre 3.5 y 5.3 grados, siendo el más significativo de 5.3 grados, localizado a 62 kilómetros al suroeste de Santa Isabel.
En respuesta a estos eventos, la gobernadora utilizó su cuenta de X (anteriormente conocida como Twitter) para instar a la población a mantener la calma y estar atentos a las actualizaciones oficiales. Aseguró que, hasta ese momento, no se habían reportado daños significativos.
Sin embargo, enfatizó en la importancia de verificar la seguridad de las instituciones educativas antes de permitir el regreso de estudiantes y docentes, destacando la activación permanente del Consejo Estatal de Protección Civil para monitorear la situación.
El gobierno de Mexicali también activó protocolos de seguridad y se unió a los esfuerzos de comunicación para promover la calma entre los ciudadanos. En redes sociales, usuarios compartieron sus experiencias del temblor, utilizando hashtags como #temblor y #sismo, y reportaron sentir el movimiento sísmico no solo en Mexicali sino también en Tijuana, lo que refleja la amplia percepción del fenómeno en la región.
La actividad sísmica en Baja California es frecuente debido a su ubicación geográfica en el límite entre las placas tectónicas del Pacífico y la Norteamericana. Esta condición geológica favorece la ocurrencia de terremotos provocados por el movimiento y la fricción entre estas placas, especialmente a lo largo de la Falla de San Andrés, conocida por su actividad sísmica. Estos movimientos son parte natural de la dinámica de la Tierra en esta región.
