Temporada de corcholatas

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Si algo denigra la dignidad de las personas es la asignación generalizada de un apodo, y más si proviene de un elemento lo suficientemente clasista como para sobajar a otros.

Lo anterior no nos es ajeno, lo hemos visto desde el teatro de la política mexicana cuando el Presidente se refirió a sus seguidores como “solovinos”, sobajándolos como animales de su propiedad.

Pero no todo intento de denigración terminó ahí puesto que a mitad de este sexenio de desastres el Ejecutivo empezó a referirse a sus posibles sucesores en el partido hegemónico como “corcholatas”, término no menos degradante que el de sus votantes pues implica que no tienen por si mismos ningún tipo de valor más que el hecho de ser patiños de quien, desde la superioridad efímera que le brinda la Presidencia, solo los ve como juguetes o herramientas desechables.

Tras una jornada de simulación dirigida por Mario Delgado, pese al desencuentro entre Claudia Sheinbaum y Alfonso Durazo, se procedió a la presentación de los tres puntales—Monreal no cuenta—que en su ambición se pretenden sucesores de López en la Silla presidencial.

Claudia Sheinbaum, de origen extranjero pero interesadamente leal hasta la ignominia, tan capaz de traicionar a su ex marido por servir a quien fuera Jefe de Gobierno como de ocultar a la opinión pública los costos reales y a los beneficiarios del negocio que fue la construcción del Segundo Piso, es la ungida oficial pese a la sangre que la mancha desde los niños muertos del Colegio Rébsamen hasta los muertos y víctimas de la Línea 12 y 3 como Jefa de Gobierno.

Le sigue un Adán Augusto—individuo torvo, corrupto y autoritario—que como Secretario de Gobernación no tenía más credenciales previas que ser hijo del hombre que desapareció el expediente judicial del asesinato del “hermano desconocido” en Macuspana, cuando ambos militaban en el PRI bajo el gobierno de Enrique González Pedrero en Tabasco.

Y en tercera, un Marcelo Ebrard que pese a sus conocimientos más amplios que el Presidente y sus oponentes de secta comparte con Sheinbaum la sangre y la corrupción de la Línea 12 junto con la iniciativa rastrera de proponer al corrupto “Andy Jr.” como titular de una Secretaría de Estado dedicada a la 4T.

En fin, una pasarela de vergüenzas a las que solo un enfermo o un desmemoriado le entregaría el futuro del país.

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