Planificación estratégica en empresas: clave para gestionar el cambio

La nueva ola mundial de contagios y las restricciones en muchos países por las variantes del Covid-19, el encarecimiento de la energía por los temas de la guerra Ucrania-Rusia y los grandes trastornos en el suministro de energéticos, el endurecimiento de la política monetaria a nivel mundial y el aumento de la tasas de interés de referencia para contener las presiones inflacionarias, así como diversas tendencias políticas en Europa, Estados Unidos y América Latina, han generado alta incertidumbre y volatilidad este 2022 en el ámbito empresarial.

Es por eso que evitar el uso de recursos innecesarios y eliminar tiempos muertos, entre otras ventajas, la planeación, ejecución y gestión estratégica juegan un papel fundamental para las organizaciones en momentos disruptivos, es decir, de alta volatilidad, consideró Maribel Rodríguez, directora general de Advanced Management Consulting Group (AMCG), firma experta en la implementación de mejores prácticas de gestión directiva.

“La planeación anticipa los retos que puede presentar el entorno. Este ejercicio es una inversión que evita gastos innecesarios y tiempos muertos, que marca el rumbo a las empresas hacia su visión de negocios, y les da las herramientas para alinear sus recursos hacia donde quieren llegar. Las organizaciones deben considerar el momento de las economías para generar su propia visión ante los cambios en los negocios; esto se traduce en un mapa de ruta con una visión, una propuesta de valor a su mercado, objetivos prioritarios y estratégicos, con metas a corto, mediano y largo plazo, así como con indicadores medibles e iniciativas; esto les facilita generar un camino con mucho mayor certidumbre”.

De acuerdo con la experta, estas iniciativas estratégicas deberán ser suficientes para poder cumplir los objetivos organizacionales y la visión central del negocio.

También señaló que uno de los grandes beneficios de la planeación con objetivos estratégicos es la gestión de riesgos y la capacidad de alinear los recursos humanos, financieros y tecnológicos de la organización.

“No es suficiente para ninguna empresa tener una buena estrategia, la clave está en su buena ejecución, donde se planta todo el mecanismo interno de las organizaciones, con métricas y parámetros, y posteriormente tener una buena gestión. ¿Qué significa esto? Tener un buen control y seguimiento de la estrategia que permita dar la ‘vuelta de timón’ a tiempo, para generar nuevos objetivos, acciones o planes, o para fortalecer el camino. La planeación estratégica es un proceso dinámico que permite generar las adecuaciones y ajustes que sean necesarios, tanto en la parte corporativa como en la de recursos”.

Maribel Rodríguez identificó que las etapas de una buena planeación se dividen en tres:

  • Planeación, donde se formula la estrategia y se traduce en un mapa de ruta o estratégico, con metas de corto, mediano y largo plazos
  • Ejecución, que consiste en alinear al personal y la estructura funcional a la estrategia común, así como planear las operaciones integrando proyectos en marcha
  • Evaluación o gestión de resultados, para la toma de decisiones basadas en información estratégica y la oportunidad de adaptar la estrategia en base a resultados, y análisis de cambios en el entorno y de la organización

Y agregó que es aquí donde la alineación organizacional, la evaluación de resultados, la medición oportuna de los impactos de las acciones tomadas en la etapa de ejecución, el seguimiento de los indicadores y la toma de decisiones oportunas y pertinentes sobre la estrategia para fortalecer los resultados, resulta vital para cualquier compañía.

“El gran mensaje para las empresas es que no caigamos en una parálisis por la incertidumbre; es importante considerar lo que está pasando y hacer un análisis del entorno, congruente con la realidad de nuestra organización. No dejemos el día a día por el largo plazo, establezcamos objetivos de acuerdo a una visión de negocio, que nos permitan seguir un mapa de ruta que involucre a todos los niveles; objetivos estratégicos que deriven en acciones sustentadas en las capacidades humanas, económicas y tecnológicas de la empresa. Este mapa hay que comunicarlo, para provocar la alineación de recursos con la visión, pues muchas veces lo que nos falla dentro de las organizaciones es la comunicación”, finalizó la directiva de AMCG.

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