Lo que sí sorprendería

El viernes pasado, la Secretaría de la Función Pública exoneró al hijo mayor del presidente, José Ramón López Beltrán, de posibles delitos de conflicto de interés, soborno o cohecho por haber sido contratado en Estados Unidos por los hijos del hotelero Daniel Chávez Morán y así intentar dar una salida -bastante mala- del escándalo de la casa gris. Hay que recordar que Chávez Morán es uno de los empresarios consentidos de Andrés Manuel López Obrador.

No sorprende la actitud de la Función Pública, lo que hubiera sorprendido es que llegaran a otra conclusión. Los que se desgarraron las vestiduras cuando el entonces Secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, exoneró a Enrique Peña Nieto de la casa blanca, hoy hacen lo mismo con Manuel Bartlett y López Beltrán. Sí, son igualitos.

La 4T y los gobiernos emanados de Morena se han hecho predecibles. Cuando no les gusta algo lo desconocen, lo niegan, minimizan o de plano tuercen la ley. Por eso no sorprende que la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, haya decidido desconocer el peritaje realizado por la empresa Det Norske Veritas (DNV) sobre la tragedia de la Línea 12 del Metro, en el que se comprobaría que en el desplome que dejó 26 muertos y decenas de lesionados, también hubo negligencia de su gobierno.

Lo que hubiera sido sorprendente es que reconociera los resultados, mostrara responsabilidad y visión de estadista y diera parte a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México para detener a los responsables de la tragedia.

A nadie sorprende que el Aeropuerto internacional Felipe Ángeles (AIFA o CHAIFA) esté resultando un fracaso. Los expertos lo dijeron, lo advirtieron, lo volvieron a decir, pero no fueron escuchados. No solo eso, hay evidencia que se han registrados incidentes por la convivencia de operaciones entre el Aeropuerto Internacional Benito Juárez y el AIFA, cosa que por supuesto (y tampoco sorprende) ha sido negado por el gobierno federal. 

Lo que sorprendería es que el presidente reconozca que hay una falta técnica en la reestructuración del espacio aéreo, que nadie quiere ir al AIFA porque no hay vías para llegar fácilmente, que no es rentable para las aerolíneas y que necesitan algo más que un decreto para obligarlas a volar allá.

Pero por supuesto ese reconocimiento no sucederá, lo cual, tampoco sorprende.

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