Las vías de la isla española de La Palma, Islas Canarias, se colman de vehículos al atardecer. Residentes y foráneos acuden a fotografiar la reciente erupción volcánica que ha arrasado con casas, cosechas y almacenes.
Entre el rugido del volcán y el estruendo del magma impactando la superficie, la escena se vuelve casi hipnótica. Sin embargo, rescatistas y campesinos de la isla española no están nada encantados con este impresionante fenómeno natural.
“Esto no es broma”, declara Pedro José Alegría, un campesino local de 70 años de edad y que había regresado a La Laguna, un vecindario adyacente a una de las zonas evacuadas.
Desde su camioneta cubierta de cenizas, Alegría expresó temores por los invernaderos que tiene allí cerca, frente a la costa del océano Atlántico.
El área, ubicada al lado del Cumbre Vieja, se llama Los Llanos y tiene una de las tierras más fértiles de La Palma. Allí se cultivan aguacates, papayas y las uvas usadas en los populares vinos de las Islas Canarias.
Pese a la escasez de tierra arable en La Palma, la agricultura es la principal fuente de ingresos de la isla.
El volcán comenzó a entrar en erupción el pasado domingo en la tarde. Para este martes se había formado un cono de seis metros de alto sobre la apertura mayor, de donde salen entre 8 000 y 10 500 toneladas de dióxido de sulfuro por día.
Con información de AP