La crisis mundial de salud da un giro político desagradable al agravarse las tensiones entre las órdenes de confinamiento para mantener a raya al coronavirus y las personas que anhelan reactivar la economía para evitar una debable laboral.
Manifestantes preocupados por su sustento y opuestos a las restricciones a su libertad salieron a las calles en algunos lugares de Estados Unidos.
Algunos países ya están relajando los confinamientos, pero la mayor parte del mundo sigue insistiendo en que es demasiado pronto.
El gobierno de Donald Trump dice que partes del país ya están listas para comenzar un retorno gradual a la normalidad.
Los confinamientos, que comenzaron en China a finales de enero y se propagaron a Europa, Estados Unidos y a otras partes del orbe, han paralizado la economía.
De igual forma las actividades sociales, culturales y religiosas, colocando al mundo en su crisis económica más grave desde la Gran Depresión de la década de 1930.
Decenas de millones de trabajadores han perdido sus empleos, y millones más temen ser los siguientes.
El Fondo Monetario Internacional prevé que la economía global se contraerá 3 por ciento este año. Una caída mucho mayor al 0,1 por ciento registrado en 2009, tras la crisis financiera global.
Aun así, muchos gobiernos están resistiendo a las presiones para relajar drásticamente las medidas de aislamiento.
Las tensiones geopolíticas y religiosas que se remontan siglos atrás han complicado aún más la respuesta global al virus.
Pero el rey Abdalá II de Jordania dijo que el brote ha convertido en “socios” a “nuestros enemigos de ayer, o aquellos que no fueron países amigos ayer, nos guste o no”.
Con información de AP