Conmovedor mensaje del Papa Francisco desde una plaza vacía

Papa Francisco

Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos

Así fue cono el Papa Francisco impartió el “Urbi et Orbi” desde la plaza de San Pedro totalmente vacía.

La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.

Ahí, pidió por la humanidad, por todos aquellos que sufren a causa del COVID-19.

La bendición “Urbi et Orbi” se imparte habitualmente en tres ocasiones: cuando el Papa es elegido sucesor de Pedro, el 25 de diciembre por Navidad y en Pascua, al finalizar los rituales de Semana Santa

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