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Ecuador, que solía ser uno de los países más seguros de América Latina, ahora lidia con una creciente ola de violencia y crimen organizado que ha afectado a todos los estratos de la sociedad.
Anteriormente tranquilo, el país se enfrenta a la presencia de cárteles mexicanos y colombianos, que han transformado áreas costeras como Guayaquil en centros de tráfico de drogas.
Los indicadores son alarmantes. Los informes policiales muestran un aumento significativo en las muertes violentas, llegando a 3,568 en los primeros seis meses del año, en comparación con las 2,042 del mismo período en 2022.
Las causas subyacentes son variadas pero se centran en el narcotráfico, con pandillas vinculadas a cárteles compitiendo por el control de las calles y las rutas de tráfico de drogas.
El impacto es amplio, desde el aumento en los robos hasta la creciente demanda de pagos de extorsión por parte de negocios, considerados como una forma de “protección”. Incluso las experiencias cotidianas, como ir de compras o salir a cenar, han cambiado drásticamente debido a la inseguridad.
La reciente muerte de Fernando Villavicencio, un candidato presidencial conocido por su postura enérgica contra el crimen y la corrupción, subraya la gravedad del problema.
Las fuerzas de seguridad, superadas en potencia y recursos, enfrentan dificultades para lidiar con la situación, y muchas comunidades viven en un estado de miedo y desconfianza.
Con información de AP
