[responsivevoice_button voice=”Spanish Latin American Female” buttontext=”Escuchar”]
El presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a las calles como en su época de activista justo con políticos afines y miles de ciudadanos.
La acción es en respuesta a la marcha convocada por el Instituto Nacional Electoral que busca acuerdos hacia la reforma electoral.
Este domingos, decenas de mexicanos convocados en todo el País, caminaban por la Ciudad de México.
Desde la madrugada, e incluso en algunos casos desde días antes, camiones salieron de las entidades para plagar las avenidas de la capital.
El mandatario llamó a todos a participar en la “marcha del pueblo” en un pulso a la oposición, que salió en grandes números a protestar contra su gobierno hace dos semanas criticando sobre todo su más reciente apuesta de cambiar las leyes electorales.
Los participantes llegaron organizados por el partido gobernante, Morena, y por sindicatos y organizaciones de todo tipo. López Obrador dijo que no se puso “ni un centavo” del presupuesto federal para la marcha, pero en muchos casos el transporte lo pusieron los ayuntamientos, como explica Pedro Sánchez, un albañil que llegó con su esposa desde el istmo de Tehuantepec, en el sur del país.
La oposición aseveró que muchos fueron forzados a participar, pero todos los manifestantes lo han negado.
El problema, según Clara Jusidman, fundadora INCIDE Social —una ONG especializada en democracia, desarrollo y derechos humanos_, es que muchos mexicanos se sienten obligados a participar porque reciben transferencias directas del gobierno, que es la principal vía utilizada por el presidente para apoyar a los más necesitados, algo que, a su juicio, es un sistema de “sujeción o subordinación” más que un ejemplo de una democracia social.
Entre los manifestantes también había secciones más críticas de Morena que rechazan a los dirigentes del partido, pero apoyan al presidente.
Con información de AP
