Sanciones a Rusia impactan la economía; aumenta la inflación

Las sanciones contra Rusia empiezan a causar estragos en el comercio mundial, con consecuencias potencialmente devastadoras para los importadores de combustibles y de granos.

Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, cientos de buques tanque y de carga cambiaron de ruta para evitar pasar por el Mar Negro y decenas de ellos están varados en puertos o en alta mar.

Además, Rusia es uno de los principales exportadores de granos y de petróleo, metales, madera y plásticos, bienes usados en todo el mundo en una cantidad de productos e industrias, desde fábricas siderúrgicas hasta empresas automotrices.

El congelamiento de bienes de los principales bancos rusos, sin embargo, afecta todo el comercio de importación y exportación. Para agravar el panorama, firmas como Apple y Nike, y grandes empresas de transporte de cargas como Maersk, se están yendo de Rusia, cuyos amplios lazos comerciales con Occidente están prácticamente interrumpidos.

“Esto es un terremoto como jamás hemos visto”, afirmó Ami Daniel, cofundador de Windward, una firma de inteligencia marítima que asesora a los gobiernos.

Las empresas están yendo mucho más allá de sus obligaciones legales y tomando medidas en base a sus propias escalas de valores, incluso antes de que sus clientes de lo pidan

Una posible válvula de escape para las exportaciones rusas es China, cuya creciente economía necesita recursos naturales. Pero China, tal vez la principal beneficiara de la globalización, por ahora ha demostrado poca predisposición a apoyar al presidente ruso Vladimir Putin, a pesar de abstenerse en una votación de las Naciones Unidas para condenar la incursión rusa en Ucrania.

A diferencia de lo que ocurre con la producción de petróleo, que se puede aumentar rápidamente, incrementar el suministro de granos toma tiempo. Ucrania produce el 16% de las exportaciones mundiales de maíz y, junto con Rusia, representan el 30% de las exportaciones de trigo. Es previsible que, con la alteración del mercado, muchos países pobres que dependen de esas importaciones sufran una fuerte escasez.

Entre los que podrían ser más afectados figuran Turquía, Egipto y la India, que dependen en gran medida de Rusia para todo, desde productos básicos usados para el pan hasta gas natural y el turismo.

Aproximadamente el 78% del trigo que importa Turquía viene de Rusia. Ucrania aporta un 9%. Ese trigo es usado en numerosos sectores de la industria alimenticia turca. La India importa el 80% del petróleo que consume, buena parte de Rusia. También importa metales rusos empleados en la quinta industria automotriz del mundo.

Los precios del trigo subieron más de un 55% tras la invasión. Los del petróleo, que ya venían en alza, llegaron a los 110 dólares el barril por primera vez desde el 2013.

Y las tarifas cobradas por la contratación de tanqueros aumentaron hasta un 400% en vista de que los comerciantes de petróleo se esfuerzan por asegurarse un transporte que de repente escasea.

Preocupación más allá de la geopolítica

La situación preocupa a Tinglong Dai, profesor de economía que estudia las cadenas de abastecimiento en la Johns Hopkins University.

Desde el final de la Guerra Fría, un principio clave del comercio mundial fue la separación del negocio y la geopolítica, y el entendido de que siempre prevalecerán las decisiones racionales, según Dai.

Ya no es posible evitar tomar partido y las consecuencias de esta reconfiguración de las cadenas de abastecimiento mundiales en términos de más pobreza, una pérdida de innovación y de oportunidades de trabajo es algo que todos deberemos pagar

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