El tiempo dedicado a los videojuegos puede ser bueno para la salud mental, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford.
La venta de videojuegos se ha disparado este 2020 porque muchas personas han permanecido encerrados en casa por la pandemia del COVID-19.
El documento publicado se basa en las respuestas de personas que jugaron Plants vs Zombies: Battle for Neighborville y Animal Crossing: New Horizons.
El estudio utilizó datos proporcionados por los creadores de juegos Electronic Arts y Nintendo of America. La información obtenida mostró cuánto tiempo pasan jugando los encuestados, a diferencia de otras investigaciones que se basaban en estimaciones.
Los investigadores del Oxford Internet Institute encontraron que el tiempo real dedicado a jugar era un factor positivo pequeño pero significativo en el bienestar de las personas.
De acuerdo con las respuestas obtenidas, el nivel de disfrute que obtienen los jugadores podría ser un factor más importante para su bienestar que solo el tiempo.
Los resultados podrían poner en duda suposiciones de que los videojuegos causan agresión o adicción.
Nuestros hallazgos muestran que los videojuegos no son necesariamente malos para la salud; hay otros factores psicológicos que tienen un efecto significativo en el bienestar de las personas. De hecho, jugar puede ser una actividad que se relaciona positivamente con la salud mental de las personas, y la regulación de los videojuegos podría privar a los jugadores de esos beneficios.
Andrew Przybylski, director de investigación del instituto
Para el estudio se encuestó a 2 756 jugadores de Animal Crossing: New Horizons en Estados Unidos, Reino Unido y Canadá. Y a 518 jugadores de Plants vs Zombies: Battle for Neighborville.
Se les pidió que completaran una encuesta sobre sus experiencias que se comparó con el tiempo de juego registrado por los fabricantes.
La falta de transparencia por parte de los creadores de juegos ha sido durante mucho tiempo un problema para este tipo de investigaciones.
Los autores del estudio creen que investigaciones previas utilizadas para proponer consejos para padres y legisladores se realizaron sin evidencia sólida.
